domingo, septiembre 28, 2008

Desde otro lugar

Aun no entendí porque no me quise quedar… solo sé que me tuve que ir.
Navegamos los días en ese solo dia mientras ahí afuera, ladraron todos los perros, otra vez pasaba el espanto.

Era un dia sin un dia, eran vidas que contar, y los recuerdos a flor de piel, de su piel.
El viento levanta toda la tierra posible y hace que los tristes ojos estén aun más llorosos.

Como medir todo lo acontecido, toda la incertidumbre de lo que vendrá, como saber, como medirlo en una simple charla de mate, en una simple caída de sol… en una simple mirada de niño.
Correteo por mi mente e intento encontrar otra nueva explicación pero la vista se queda impávida en la calle vacía que divide al ser del tiempo, al hombre del martirio, a la soledad del desamparo. Y me vuelvo tormentoso a mí, a vos, a ellos…

Si me detengo a pensar en mí, creo que soy viejo desde antes de nacer y los espejos lo dicen cada vez que me reflejo.
Pienso en el abuelo de mi abuelo, pienso en mis ganas de ver más nacimientos, pienso en ver envejecer a mis queridos y pienso en saltar al vacío.
Mañana puede ser el último día, cualquier día va a ser el del último beso y el del penúltimo dolor…

Ese abrazo del final me condeno a la angustia del regreso…

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya tanta veces vi pasar el espanto y la desesperación, que tengo miedo de extrañarlos cuando falten. Durruti querido, pones en mi camino las respuestas aun antes de saber que necesito buscarlas. Gracias siempre.
Victoria