lunes, octubre 13, 2008

… y la tarde se iba yendo, y el sol caía estrepitosamente, otra vez se perdía el sentido, otra tarde, y ningún consuelo…
Ya era tarde por la tarde, y ese no se que comienza por el estomago, sube por la rota garganta y salta por los ojos… me dice que algo, no anda bien… algo había pasado, algo comenzaría a explotar en el interior mas fervoroso…

Era algo terrible, complejo y que solo el futuro podría dar la solución, solución para tanta agonía… y entonces una gran turbación sigue al combate del tiempo contra el tiempo.

Otra vez la tarde, se lleva otro montón de suspiros, miedos e incertidumbres, el final de este viaje podría ser estrepitoso, podría ser letal, y la realidad era ese violento arrebato en medio de la quijada.

Levante, como pude, mi pesada mirada por entre mis hombros, como buscando alguna explicación, algo que me/nos diga que al menos algo de todo esto, no era cierto, el ansioso temblor de las obsesiones comienza por hacerse presente.

El frío que sigue a la pasión es invadido por la curiosidad.
Entonces el frio arde y el fuego se propaga por todos los corazones casi destrozados.
Lo frágil de mi mirada, aventuraba el oscuro futuro, mientras la realidad adquiere las características de un dolor inconfesado.
Los vendedores de gaseosas se pliegan al incendio, los policías vacilan.
Todo consecuencia de ese fuego que quiere apagarse.

Mi triste mirada se cruza inevitablemente con otra, con la de un viejo, que estaba sentado con la cabeza bien gacha y apretando bien fuerte con las dos manos viejas y muy curtidas a un añejo, añejito gorro bastante desteñido de tanta batallas, de tantas lluvias, de tanto andar… comenzaba deshilacharse por tanta emoción…
lo apretaba tan fuerte como para que de ese viejo y compañero gorro nazca esa explicación… y le diera ese maldito consuelo.

Y así fui como me despedí, y así fue como nos despedimos de aquel equipo, con la garganta roja, con ese aplauso furioso, rabioso, de saber que se puede, de que solo falta ese no se que, para poder salir adelante…

Mientras bajaba los escalones con mi hijo de la mano, él con toda su inconmensurable magia dispara la pregunta certera, pregunta que nunca hubiera querido escuchar…
- Papá, porque estas triste?
- … mmm porque? Porque decís eso?


Respirando, hondo pero bien hondo… y buscando que decir, la verdad sale como disparada y con ansiedad de que la escuchen…
- hijo querido, porque otra vez no ganamos, otra vez…!!!
- Pero…? Ya vas a ver que el ALBO va a ganar….

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