sábado, enero 24, 2009

Recuerdos de los vencidos

El crujir ya no se escucha como antes. Tiempo atrás, hubo hombres que se revelaron, y vaya si lo hicieron, contra el yugo del tirano.
Desde las entrañas, una fuerza redentora los alimentaba, subía súbitamente por las venas e imprimía vigor a sus ideas.
Ideas, ideas precisas, ideas con alas, ideas que tenían un calor volcánico que emancipaba a las consciencias y se hacían fuertes y con el corazón entero.
La quietud fue removida. Los cimientos temblaron. El ogro de turno sintió temor, vio peligrar sus fuerzas, sus dominios.
Sangre corrió, las heridas, se secaron al sol.

Un trueno violento hirió de muerte a lo que estaba creciendo. Muchas veces sucedió esto. Una y otra vez, el mundo ardió con fuego libertario. A pesar de las batallas el poder prevaleció.

Si la utopía es el no lugar, la guerra se libra en el no lugar.
Palabras, ideas, sentidos expresados sobre un viejo y triste lienzo, sobre un papel, sobre un pedazo de celuloide, llenan los tortuosos espacio vacíos, mientras se derrochan inútilmente la pureza que habita en el interior de los hombres que tristemente deshabitan el mundo.
Cultura y contracultura. La batalla se da en el terreno de los cuerpos, de las almas y de las consciencias.

El pasado, un cementerio de cuerpos y almas; y el presente, el lugar donde habitan los espectros que viven a través de las ideas.
La utopía es como un espíritu sin cuerpo, que busca nacer desde la insoportable profundidad creadora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Buenaventura,
Aqui Joaquin, nuevamente en la red.
Gracias por sus palabras en mi espacio
Salud!