domingo, julio 12, 2009

NOCHE

Corría un invierno crudo y desolador en la vieja y pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires
El frío no tenia piedad en los huesos que solo tenían dolor, ese dolor de no poder ser…
La pequeña habitación denotaba el duro paso del tiempo
Algunos libros amontonados, desordenaos y algunos abiertos, debelaban la situación..
Un mate viejo, sobre algunas anotaciones desordenadas… fotos y una vieja botella de wisky casi vacia.

Entonces mira de repente a esos ojos en medio de otra noche de furia, mira muy atento al centro de esos ojos… que no llega a ver muy bien.
Gira su cabeza mareada, como confundida por el rebote del silencio oculto en la inmensa noche.
Piensa mientras se levanta cansado…

Intentaré, si puedo, arreglar esta habitación, huele a podredumbre. Las sábanas tienen un tacto viscoso, viscosidad repulsiva de lagarto. Al pasar las manos por el cabezal de madera intentando atrapar su frescor, rezuma una baba que me sacude. Mi cuerpo exuda miasmas de agua estancada. Siento asco, y no puedo controlar el vómito que se esparce por el piso. Líquido rosa brota de mi interior, incontenible, furioso.

Olvidó el dolor en alguna otra parte y la fría noche lo devuelve otra vez a la vida.
Mira para adentro y los oscuros recuerdos le suben por la garganta como furia contenida.
Se cuestiona en vano, no tiene las herramientas suficientes como para poder responder.
No encuentra el sitio, todo está borroso; confuso.
Trata de volver a dormirse pero no encuentra como.
Suena el teléfono inoportuno, no atiende, no es hora.

Llega la primera luz del dia, el ruido se hace presente y el alboroto comienza hacerse insoportable; insostenible.
Cae la copa vacía por una ráfaga inoportuna.
Amador, se despierta violentamente y su respiración se encuentra agitada.
Se levanta en busca de un vaso de agua, debe apagar el incendio. El ansia de saber lo desvela, lo motiva.
Debe continuar la búsqueda de identidad que le grita furiosa, toda esa angustia.

Se le hizo tarde, tomo los últimos amargos y salió disparado a meterse en la vorágine del dia soleado y con ese frio que pega en la nariz rota, cansada.

Vacila de costado el viaje en tren.
Mientras intenta leer una pesada página más del libro que lo saca del agobio “Humano demasiado humano” era demasiado para ese trayecto.

Baja del tren algo desconcertado, el frio no lo dejaba de pensar.
Camina las dos cuadras hasta la Escuela, entra rápido saluda algún alumnos que estaban en los pasillos y entra al aula.
Comienza la clase y no esta muy concentrado algo lo saca y no puedo retomar el hilo del discurso.
Todo lo que había preparado y tenía pensado exponer para crear la atmosfera propicia para el debate quedaría para el próximo encuentro.
Las miradas atentas presintieron el desconcierto de Amador, no era un encuentro común, algo se respiraba en al aire, la armonía no estaba presente como en otras tantas veces, reinaba olor a tensión, a recuerdos incomprendidos a búsquedas en vano.
No hubo preguntas profundas. No hubo comentarios certeros. No hubo pedido de lectura para la próxima vez.

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