domingo, agosto 30, 2009

Postal Urbana

Vacila de costado el viaje en tren.

Mientras intenta leer una página más “Humano demasiado humano” texto que lo saca del agobio, era demasiado otra vez ese trayecto.

Mientras que en la calle, el ruido que escupen las maquinas llena de resquicios el mundo de juguete.

Pequeñas construcciones sobre el indómito regazo del planeta. Un halo oscuro irradiándose como un veneno por todas partes.

Inevitable para andar deprisa, la cabeza gacha, la mirada esquiva, sumergido en el paisaje inmóvil.

En los fondos del vagón, un pibe grita cansado una canción a través del ruido.

La estridencia de la rueda rozando el riel, azota en paralelo a los tímpanos.

Difícil contener el gesto desgraciado. El canto del niño resulta el eco moribundo de una derrota coronada por siglos de esfuerzos en vano. Desprenderse de un par de monedas no resuelve la carita momificada por el frio. Si se siente, se padece la lógica del espejo.

Entre sus manos recuerda que sostiene un libro. En su interior aquel viejo loco se explaya sobre el sentido equivoco de la evolución. Se supone que los orígenes de la vida surgen de las primeras partículas biológicas, ya superadas por una multiforme expresión extendida por el globo. Cuesta sentirse en la cima de la evolución desde un vagón repleto de congénes ansiosos y malhumorados. Algo parece no encajar con el discurso vital de las circunstancias prometidas.

Recorrer tales limites, conjeturar tamañas historias, lo hacen mas furtivo, mas sensible.

Piensa un segundo en su existencia, mientras mas reflexiona, mas se conoce y, sin embargo, todo ese conocimiento no es nada frente a las estructuras que dominan.

Generalmente, una experiencia interior, una intuición, irreductible compone las meditaciones secretas que cada individuo.

¿Por qué nos obligamos a parecernos tanto cuando en realidad el exterior se conjuga de maneras tan variadas en el vacio de cada uno de nuestros cuerpos? Leyó y pensó en realidad no sabe si fue una cosa o la otra…

Mira a su alrededor atónito, y ve hombres que padecen un débil grito de ahogados pensamientos, mientras que solo los interiores resultan un factible lugar para poder transformarlo todo.

Una revolución estalla en breviarios dentro del espacio temperamental.

De intensidad en intensidad, por contagio, la epopeya individual quizás desate alguna vez una aventura colectiva


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