domingo, septiembre 27, 2009

HEORES DE ASCENSO…

…Quien en más de una ocasión debió atravesar un descampado, costear una villa de emergencia, andar y desandar por calles de tierra mirando de reojo de donde puede venir la agresión solapada, viajar en vagones tenebrosos, colectivos de dudosa frecuencia y recorrido… donde hasta el chofer seguro, es de ese equipo contrario…

Y de repente…al fin llegas, pero te encontras en medio de esa batalla campal entre hinchadas y/o policías, que mas tarde será la cuestión central a comentar en la esquina del barrio….Nadie sabe cómo, pero se llega, y toda la carga corporizada se refleja en esa raza inexplicable, incurable que es el “hincha de los sábados…”

Ahí esta la pasión inexplicable, a flor de piel, ese bendito amor incorregible por esos queridos colores. Donde la apoteosis explota cuando esa pasión es adquirida a cambio de absolutamente nada, por los hijos…

…el futbol es un inmenso universo, pero el futbol de ascenso, es un universo dentro de si mismo y se define por sí solo.

Encierra la identificación del club de barrio, un microclima de pasiones, amores y desamores desmedidos.

Late pulmón y ese no se qué, que lo diferencia por sí solo. Hoy el ascenso ya no es aquella postal romántica de antaño pero todavía por suerte preserva en sus tribunas, ese romanticismo que lo caracteriza.

Ahora bien, ¿desde qué lugar se puede reivindicar este futbol? ¿Cuál es su atractivo?. Sabiendo el abismo que evidencia y lo separa del futbol “grande” con todo su conocido pero por nadie aceptado, inescrupuloso entorno.

Ahí es donde entra, juega y gana por goleada, la sensible y comprometida pasión del hincha de ascenso, que se explica desde la pureza que brota de su incondicional amor.

Cualquier hincha de un club de ascenso, por grande o chico que fuera, que represente a toda una ciudad o a un pequeño barrio municipal, sabe que nunca jamás va a jugar la Copa Libertadores, es como una vivencia de horizontes limitados pero igualmente vividos.

Y entonces…? Esta ahí otra vez. La señora pasión, que lo define todo y deja cualquier definición extra de lado.

Es la misma fiebre de todas las semanas. Incurable. Impermeable a cualquier diagnostico racional. Equipos con hinchas propios. Esos que siguen de corazón al equipo de su entrañable infancia y no lo dejan, a pesar que los éxitos son un lejano recuerdo. Y el futuro, imposible de descifrar.

Sí, la pasión del hincha del ascenso resulta aparentemente desmedida, y es porque la gratitud de su amor es aún, más evidente.

Sí, locos quedan, quedamos, para seguir contando historias. Cuantas historias, cuantos tablones, cuantas frustraciones, cuantas epopeyas… cuántos casi goles tirados al medio de la tribuna, cuanto fuego propio y que nunca se apague.

Los sábados, son cría de románticos incurables, complotados con otros miles de soñadores anónimos… que se diferencia radicalmente de quienes diseñan sus vidas sobre el triunfalismo dominguero.

Cuanta utopía junta… pura y sincera forma de vivir…

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