domingo, julio 04, 2010

Laberinto Quince: La noche nómade.

Y como casi siempre ocurre, en junio, junio se esfumó. Y yo, hombre border impaciente, cansado. Y vos mujer inquieta, asustada. Ambos sin saber con tantas huidas; donde esconder las armas del exilio, donde esconder la astucia.

Veo por el reflejo que cae con la noche, a una mujer que tal vez, me enseñe a amar. Espero un beso generoso. La media luna y la noche sueñan con sus labios. Abrazaría más lágrimas futuras, antes que la penosa vida no vivida avance. Pero no me detengo, aunque el estomago hierva.

Acostumbrado a esconderme en las palabras, quise darte esta carta. Cuando llegue a viejo quiero conservar el sentido de inmunidad de un artista comprometido con su justa causa, porque casi todo en ello es errático, melodramáticamente esperanzador, hasta el propio habito desafortunado de la pena.

Casi nadie se aventura, ya nadie sabe del amor. Nadie sabe ya mirar a los ojos. Nadie. Todo es forzado y penoso, la poesía ya no sale de las entrañas. El viento ya no sopla a la vuelta de tu esquina.

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