miércoles, septiembre 15, 2010

Laberinto diecisiete: Días Violetas

Violeta se había quedado en la casona no tuvo sus fuerzas habituales para arrancar, esa mañana se le fue de las manos y la vida otra vez a cuestas. Los perros deambulan enojados por el cerco de la casa.

Los mates compañeros quedaron sin tomar, la inquietud de saber que fue lo que paso le peso más. Percibió con su instinto de mujer, y en el fondo de su duermevela, lo que le aconteció a Amador. Lo sintió lejos, cansino, suficiente para darse cuenta que su búsqueda sigue aún presente.

Quedo con los pensamientos en ninguna parte, se le iba la cara con el sol…

Otra vez los fantasmas del pasado, otra vez los nubarrones, otra vez los no resueltos, el incordio de reunirse con el pasado no ha pasado, piedra que continua estando muy presente en ellos.

Otras vez los fracasos a la luz del día. El frio calaba muy hondo en los huesos, pero más en las almas.

La vieja y rústica casona ubicada en el viejo barrio La Despedida, al sur de la ciudad, herencia de los padres de Violeta se estaba viendo abajo, tenía el mantenimiento mínimo para poder vivir, había una habitación sin terminar y la galería del presente estaba sufriendo las consecuencias del tiempo.

Los últimos leños hechos brasas, que quedaban de la noche anterior en el hogar disimulaban el olvido.

Las urgencias seguían siendo otras. Los billetes no abundaban, el arte de vivir era mucho más productivo que los propios ingresos, el amor imperfecto que había era el motor principal en aquella casona del pueblito cuasi olvidado de Las Llamas…

En la habitación más grande y luminosa que daba al fondo, Benjamín seguía durmiendo como si la esperanza fuese eterna y jamás se fuese a perder.

La radio de fondo anunciaba un nuevo paro de trenes en la gran ciudad. Frío y muchos rencores. Escucho también que informaba que la fábrica de armas en medio oriente no cesaba, y que el mundo seguía en peligro.

Peligro, pensaba ja peligro… que saben del peligro, del sufrimiento de la injusticia…

Hipócritas de turno con micrófonos impunes.

Mientras intentaba concentrar todas sus fuerzas en la lectura, sobre la investigación que le prestó un colega de la organización humanitaria internacional a la que pertenece desde hace cuatro años, la investigación se trataba de cómo poder combatir a la desnutrición infantil que azotaba al mundo, pero la misma tenía tres capítulos que se centraban en las provincias del norte de la Argentina.

“…Invisibles son aquellos a los que no queremos ver, pero que acaban apareciendo detrás de nuestros miedos y aprensiones, entre otras cosas porque nunca dejaron de existir. Son las víctimas de cinco crisis internacionales, dos epidemias mudas y tres conflictos armados que no reciben la atención mediática que les corresponde: la enfermedad del Chagas, la enfermedad del sueño, los niños soldado de Uganda, la violencia sexual contra civiles en el Congo y los campesinos desplazados de Colombia…"

Tenía un desafío muy importante por delante armar la estructura operacional que haga lo posible la puesta en marcha, dirección y supervisión de los proyectos, que proporcionen los recursos materiales, financieros, técnicos y humanos necesarios para poder combatir dicho problema. No podía dejar de pensar en ello que tanto espera, algo mejor debe haber, algo por donde salir andar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ufff hoy me la hiciste dificil... para que te voy mentir si no estoy a la altura de la circunstancia.
MartinCali