jueves, mayo 10, 2012

Laberinto Veintiuno: Ser vos.


No se si era ella. 
Pero cuando la vi pasar. Estaba rara. Y no llegue a ver que llevaba entre sus manos.
Puedo decir con la autoridad del fracaso que recuerdo que mi estado de lucidez mental, no era el mejor. Ojo, claro que supe estar peor. Debo reconocerlo.
Es por ello que me invadió la duda.
El fin de semana no fue de los mejores. Sentía una verdadera desazon, un vacio feroz, incontrolable.
No recuerdo muy bien. Pero si a su aroma y a sus ojos verdes.
Recuerdo como me susurraba al oido, luego de que le exigiera un ultimo beso más.

Mientras estaba en una librería del barrio de Almagro, buscando alguna lectura fuerte, que sea comprometida. Que no sea atemporal, que tenga tiempo y espacio precisos. Que sean vivencias de barrio, de los olvidados, de aquellos que lo fueron perdiendo todo. En fin un consuelo para el alma.
Habia poca gente, el silencio era acogedor. Era un lugar para quedarse toda la noche. 
Mientras ojeaba un libro, tampoco puedo recodar el autor, y no es un dato menor: eso si me preocupa. Un viejo, elegante y bien dispuesto, con su mirada cansada, me observa al tiempo que levanta la vista por sobre sus pequeñas gafas.
Su presencia, recuerdo claramente me dio paz. 
Se acerco, y con su voz ronca, que denotaba vida bien vivida y no el simple paso del tiempo.
Me dice: 
- ¿Que buscas con esa mirada opaca?
No encontrarás ni paginas, ni libro que cobije tanta tristeza.
Lo miro entre asombrado y confundido.


Su mirada tenia un brillo especial.
- Es que la extraño mucho. Cierro los ojos y veo los de ella. - Le confieso en voz muy baja.
- Deben ser maravillosos - Contesta compresivo.
- Y te quedas corto. Me producen ese no se que aca mismo, mientras me tomo el estomago.

La ultima vez que la vi, fue hace dos años. Y sigo recordando sus ultimas palabras, cada dia que me despierto.
          - Salvador, solo debes ser vos mismo. Solo eso.

El viejo, me mira con aire de saber todo lo que me ha pasado en este tiempo.
y me dispara.
          - Pibe, esa es la parte mas difícil de la historia. Y recordá siempre su sonrisa, eso si que jamás se negocia.
Me invaden unas enormes ganas de abrazarlo, pero no lo hago. Me reprimo.
Afuera el frio de otoño invitaba al sitio.

No hay comentarios: