miércoles, junio 06, 2012

Laberinto Veintitrés: Todo puede cambiar...

Aquella tarde Joaquín opto por tomarse el tren y dejar el auto a dos cuadras de la estacion.
El dia pintaba bravo, complicado, con muchos cortes, actos y contra actos.
El transito hacia ya un tiempo estaba muy complicado, insoportable. Se envejecía años cada vez que se trasladaba.

Una fina garúa incomoda comenzo a caer. La ventana de su lado no se podía cerrar y las pequeñas gotas que se colaban empezaron a fastidiarlo.
El viaje lo hizo sumergido en la lectura. No podía despegarse de Ley de la Ferocidad. Atrapado por las feroces idas y vueltas de Gabriel haciendo de las suyas por aquellas paginas. Por aquellas vidas.

Pensó no bajarse en donde siempre sino que decidio seguir hasta donde le de la gana. 
Se decidio por ir y no por llegar.
La lluvia comenzaba a ser mas furiosa al igual que su necesidad de distracción.
La vida debe ser de otra manera, penso: Hay que vivirla como si mañana fueramos a morir.

Que harias, si te dicen: 
Mañana, estimado Jaoquin te llegó la hora... 
Y de solo verse en ese baqnuillo escuchando tamaña afirmación, le corrio todo un escalofrio desde la nuca hasta el dedo gordo del pie.

Estacion Castelar. Se levanto presuroso y bajó. No tenia boleto. Gambeteo a los guardas y continuo por el anden hasta el final, termino y saltó y cruzó por las vías, como en los viejos tiempos.
Caminó dos cuadras y salio a la avenida principal. 
Todo daba sensación de que estaba suspendido en el tiempo. Todo era más lento, más ceremonioso. El andar de la gente, de los autos, hasta de los pajaros, eran pausados, 
El aire era mucho más calido y se podía ver el cielo. El color plomizo lo maravilló. 
Caminó sin destino preciso. pausado y confiado al mundo, que parecía haberse detenido al menos, un momento.

Pasó por la puerta de un bar. Le agrado y entró. Se sentó en una mesa en diagonal a la ventana. Para tener mitad de la perspectiva. Le gustaba mirar siempre por las ventas. Le gustaba ver como pasan las distintas vidas.

 - ¿Hola, que te triago...? Lo sorprende la mesera.
 - mmmm... un cafe y un tostado. ¿Puede ser?
- Dale, marchan.

Ella se dio vuelta y se fue. Llevaba unos ajustados pantalones violetas. Le gusto su modo de caminar. 
La empezó a observar con detenimiento, mientras ojeba su libro, y vio que tenia mucha fuerza por delante. Le gustaba su modo de andar y como realizaba en la barra los pedidos.
Era la única mesera, iba y venia. 

Se envalentono. Algo le gustaba. Hacia tiempo que no sentía deseos ni atracción. 
Aún le duraba una profunda angustia por la inesperada perdida de su mujer. 

La mesera se acerca con su pedido. 
Se quedan atrapados en un cruce de miradas incómodas. No pudo sostenerla ni en tiempo ni espacio.
Ella dejó el pedido sobre la mesa. Joaquin apenas pudo balbucear un, gracias.

Algo lo lleva a ella, no podia dejar de mirarla. Su cabellera bien larga, sus ojos claros y sonrisa cautivante. La veia bella por todos lados. El fuego se apodero de su interior. Se le anudo el estomago de solo imaginarse dentro de ella.

Se levantó, dejó todo como estaba y se fue al baño. Se asusto por completo de solo pensar lo que podia pasar si podia....

Mientras se lavaba las manos sudadas, se arrojaba agua en su rostro, abre los ojos y el espejo, le devuelve la mirada de ella. Los cierra y los abre nuevamente, sacudiendo la cabeza, y allí estaba ella. Detrás de él.
Se quedo inmovil, no sabia si darse vuelta.
Ella seguía allí, mirándolo, muy segura de si. Su mirada era infinita, penetrante, pareciese como recorrer le todo su interior de un tiròn hasta llegar hasta su parte. Hasta su parte mas profunda.
El miedo lo tenia en el estomago, la confusión en el corazón. pero el animo se lo daba la fuerza que brotaba de su ser.
Ella lo arrebató, lo abrazo apoyándole sus firmes pechos sobre la espalda. Joaquín sintio que su espalda ardia.
Sus manos, comenzaron a deslizarse con cadencia y sin sobresaltos, con dedicacion pero alevosia.
Llegó a su vientre. lo acaricio y por fin bajo. Los botones del pantalón no fueron ni un minimo obstaculo. Lo tomo por su furia y comenzo acariciarlo. Joquin seguia estatico, sabia que quizas un movimiento en falso, haria que aquello terminase del peor modo. Estaba entregado.
Ella sentia el vibrar de Joaquin en cada ir y venir, la situacion estaba dominada por esas manos. La lengua inquieta, débilmente le suspira un beso detrás de la oreja. Y la necesidad fervorosa de poseerla bien adentro se apodero de él.

Intenta darse vuelta, ella ejerce una incomoda presión y no lo deja. Sino que rota y se pone delante de él. Dándole la espalda. Ella era la hembra dominante. Ahora estaban los dos mirandose al espejo otra vez, pero con perspectivas diferentes. Se necesitaban. Sintió el calor de su cuerpo.
Ella un poco mas baja se acomoda de manera de que pueda acompañar sus manos hacia las de él. Joaquin la toma por las caderas y la trae hacia él. La sintio suya. maravillosamente suya. La sintio por fin entre sus piernas, y al deslizarte suavemente y sentirse alli adentro, ese sublime calor se apodero de ambos.
Alli estuvieron enérgicamente juntos. Furiosamente juntos. Se movían arrtimicos, pero con cadencia. Se desconocían. Los movimientos eran leves y precisos. 
Ella llega al orgasmo triunfal. Se ahoga en un eterno suspiro exhalando aire profundo. Muy profundo.

Con la misma intensidad que ella le dedicó, Joaquin acabó. Acabó ferocidad, desencuentros y agonía. Se miraron por ultimas vez, ante el espejo empañado. La besó y salio con rapidez. Tomó sus bártulos. Dejó un billete de los grandes sobre la mesa y salio al encuentro de esa lluvia que esperaba otra vez por él.
Se subio el cierre de la campera. Se froto las manos; miró al cielo y se acordó de la mujer que amo y que ya no estaba. Se sintió un hombre nuevo. 
Pensó en el dolor, en el amor, y en la locura. Y sintio que aún lo esperaban muchas cosas por algún lugar...

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