Laberinto veintiocho: Palabras para hijos, que van creciendo.

Hijos, ante todo solo deben divertirse siempre. ¿Me oyeron? Diviértanse, el resto va y viene y hasta se recicla en estos tiempos tan modernos.

En la vida hay de todo, pero deben divertirse como si siempre fueran niños. 

Luego serán grandes y vendrán los problemas (algunos lo llaman responsabilidades), pero también vendrá el sexo. Si que siempre haya, no duden y no paren. Y siempre con entusiasmo y dedicación.

Y aunque ya las conocen, vayan a la montaña, su madre prefiere el mar ya lo saben, pero en la montaña encuentran más colores, más aromas, más aventuras. Ojo, no le digan nada que les dije. Pero háganme caso. 

También, viajen solos, o juntos entre ustedes, no tiene desperdicio. El mundo es enorme y debe ser conocido. Habiten en el tiempo. En el instante. 

Ah, no se enamoren todo el tiempo, muevan. No se aten. Sean pájaros libres.

Si es que van a fumar, que sea lo que les regala la naturaleza no lo que les venden las grandes corporaciones. Después me cuentan. 

Debo confesárles que me pongo todo el tiempo en comparación, es inevitable, de lo que me brindo mi padre, y debo decirles que quisiera ser yo mi propio padre.

Quizás cuando ambos estemos entrados en el ultimo trayecto pueda aceptarlo.

Lo importante que vino a este mundo a demostrarme lo que yo no quiero como padre y menos lo que deseo para ustedes. Y si es así, debe estar bien. 

El verdadero amor por los padres es póstumo. Si así de complejos somos los humanos.

Recuerden siempre los colores. El barrio y lo que significa. Eso no se ve en otros sitios. Se los aseguro.

Griten juntos, lloren abrazados. Y si pelean, que sea siempre espalda contra espalda. 

La vida en algún momento se vuelve compleja. Pero seguro sabrán llevarla. Lo sé. Lo siento en sus miradas.

Y les voy a pedir un ultimo favor, pase lo que pase y a pesar de los años que tengan, nunca pero nunca dejen de reír y escuchen siempre lo que les dice su corazón.