sábado, diciembre 08, 2012

Laberinto veintisiete: La verdad

Para las verdades nunca hay tiempo, siempre se postergan, esta no fue el caso.
Esa verdad profunda llegó hasta el concepto primario de la propia palabra. Sin dudas. 
Pero asumo con el dolor de los valientes, que no pude otra vez, asimilarla, trascenderla. Solo me atravesó con su poderoso filo. 
Me topé con la verdad más profunda en el eterno instante de verte el pedir perdón con los ojos. 
Con esa mirada que todo lo puede.
Ella habló por si sola. Estaba íntimamente conectada. La verdad se moría en ella.
Atraves de ella pude verla de manera tremenda.
Si, te atravesaba para adentro furiosa, resignada. Iracunda pero integra. 
Esa ultima verdad dolía ahí, donde duelen las profundas verdades. 
Se la sentía culpable. Pero con razón. Era esa verdad que todo lo duele, que todo lo arremete. que todo lo golpea. Inundando a todo corazón con cada gota de sangre.

Fue re proyectar en el espejo de tu alma todas las verdades juntas, absolutas en el desierto de tu corazón. En el brillo deslucido de tu voz.
Evidencia fue ese color triste verde claro de tus ojos, humedecidos por esa misma e inevitable verdad. 
Con defectos y con errores pero en tiempos de corazones sanos. Asumiendo con voluntad de ser todo lo que vendrá.
La verdad tomó color en tu rostro, ese color que lo dice todo. Que no apaga nada. 
Solo fue mirar y saber de que la verdad sale sola, se coloca del lado de afuera, se expone en forma de gesto, en forma de lágrima, en forma de ayer. De mueca atrevida; descorazonada. 

Paso el tiempo, bastante, en realidad no lo sé, tampoco sé si el tiempo es propio de nuestra conciencia; pero es hoy donde fue que logré advertir que la vida me unía definitivamente con el saber profundo y existencial de la verdad más honesta que pueda y deba existir. 
La verdad que brota de tus ojos pidiendo perdón por no poder ser ni estar.





No hay comentarios: