Como tengo mala memoria y se me escapan muchas cosas, entonces escribo.
Escribo lo que veo, escucho, siento, lo que pienso y lo que piensan e
incluso lo que me dicen. Es como si acumulará un sin fin de historias en
forma de marionetas apasionadas, que yo solo puedo mover al compás de
los sentimientos.
Afuera es de noche, subo a mi terraza, la recorro
con mi mirada, soy el único que conoce todos los secretos. Hay una mesa,
casi, al aire libre, plantas y flores por crecer. Un libro abierto. Siempre. Y yo escribo soy feliz. Tambien lloro...
Extraño a muchos amigos que están cerca... que están lejos. Tomo aire y cierro los ojos los veo sonreir.
Y en un momento dado, suelto el lapiz, comienzo aletear con suavidad y siento que me largo a volar. Y vuelo alto, altísimo.
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