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Mostrando entradas de noviembre, 2008

¿Quiénes somos?

Lírica forzosa de tantas almas ajenas, que agonizan, en el sepulcro universal... Paganismo irresoluto de la divina piedad... Atormentada en su espectro interior por los arrebatos, de todas esas animas en lucha... Por amar libertad... la libertad se huele la libertad parece existir... la libertad es incertidumbre... Las certezas y las míticas verdades absolutas, lejos nuestro. Tus postales del tiempo perdido Las tengo colgadas en esa vieja pared. Nosotros primos hermanos de la duda compañera Y compulsivos preguntones del eterno... ¿Porqué? Como decir lo que siento, si lo que siento no lo me lo dejan decir. Existo, ¿más luego pienso? Construyo el futuro. Disimulo el pasado. ¿El presente? Locura y ansiedad... Hace un largo tiempo, que no me escribo. Hace otro largo tiempo, que no me siento. Hace otro largo tiempo más que no me dejan soñar...

Laberinto Seis: Preguntas.

Su hijo acostado a su lado le hacia todas las preguntas y comentarios posibles para no dormirse y mantener la atención hasta el máximo para evitar que el sueño se apodera de ellos… La televisión de fondo iluminaba el pequeño cuarto de la pensión que compartían en la calle Bacacay a una cuadra de la estación de floresta, el transitar de los trenes les marcaban el paso de las horas muertas… Sentados una tarde ya noche de un otoño llamativamente caluroso donde la humedad se hacía insoportable, las imágenes sucedían unas tras otras de manera incesante, como si algo debía escupir la mente de manera fugaz, de manera repentina… Entre tanto desconcierto se lo olvido de olvidarse lo penoso de su exótico pensamiento, detrás sonaba la radio que lo acompañaba con su programa favorito de los jueves por la noche, “El show del ascenso”… La siesta de su hijito nunca llegaba, como ese gol que demora la garganta del sufrido… y el mientras tanto se hace cada mas insostenible. Pensaba como era habitual...

Laberinto cinco: Enojos de medianoche

El amor a lo que fue es, por oposición, una pasión triste, pero jamas dormida. Es un amor inquietante y furtivo, maduro y esperanzador. En este sentido, vuelo alerta por la desmesura que propone su cadencia, también, contra los procesos de institucionalización que acechan a cualquier movimiento. Frente a las costras de la quietud, mi movimiento irreberente toma las formas del agua; inventa su curso frente a los obstáculos, se moviliza y embiste contra las manifestaciones de la dominación. Contra toda trascendencia pero impregnando la forma en que lo humano se despliega en el mundo; contra los falsos ídolos que creen medir un poco más que nuestro espíritu; con la solidaridad, la autonomía; con la libertad como divisa; con furia contra el autoritarismo; el anarquismo vive y sigue viviendo. “O alma mía, no aspires a la vida inmortal, agota, más bien, el campo del posible.”

Capitulo IV: la música como salvación...

San Salvador, músico endemoniado en las noches de tertulias, lujuria, engaños y desengaños, placeres y desplaceres... que honran a los sórdidos prostíbulos. Vivía en las cinco esquinas, a las afueras de la ciudad. Desde su terraza podía contemplarse los sinceros atardeces que bañaban con su claridad a las míticas montañas. La expresión rítmica estaba por encima de todo. Las melodías que componía reflejan con claridad descriptiva, la carencia de estética, de valores concientes, que reinaban en su alrededor. La música era la religión que comprendía la satisfacción de todas sus necesidades más puras. Creó un sin fin de movimientos, de colores sonoros, capaces de reemplazar a la abstracción que provocan las palabras sin sentido; combatía así, a la insoportable interpretación moral del mundo, él necesitaba negarlo. Sus desvariados estados de ánimos, surgían de lo apolíneo-dionisiaco, como una fuerza natural embriagadora, descubridora de la voluptuosidad de su bella cadencia. Solía construir...