Q uiero: …un palacio en las tierras altas (con fantasmas y todo) un helicóptero sin piloto; un campo entre ríos; caballos; y dos perros fieles. Un velero, saber navegar; que me quieras un par de días más (o siempre) Emborracharme en tus despedidas; tocar los tambores y que broten las musas sin dolor; llorar sin vergüenza; y saber de mis amigos; saber que todos duermen bien. Que me beses todas las mañanas; pan tostado y café; que no se muera el cine; y saber escribir en latín. Conocer Itaca, aburrirnos de Europa; saber todo lo que nunca voy a saber; re escribir todos los días; poder dormir para soñar; que mi hermano se ría mas; y jugarnos la vida en una vuelta de ruleta. Pelearnos por el club de nuestros amores... Y brindar por el barrio de pie. Dejar que vueles, sin llorar; a los enanos de mi corazón, todo... y todo lo demás que me olvido de recordar... Siempre. ... también.
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Mostrando entradas de junio, 2012
Ruido.
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Volvió sobre sus pasos, giró y se miró al espejo. Ahora si veía todas sus imperfecciones. Fue la sombra de una vida errante. De magras elecciones. De una épica entusiasta. Se encogio de hombros como exponiéndose al no resuelto. Al tiempo que pensaba "y ahora debo volver a ser..." En ese momento sintió encoger su herido corazon. Entraba en la pequeña palma de la mano de un niño. Cerró los ojos, y sintio la luz incandescente que le devolvia otra vez el espejo. Sentía afuera un ruido abismal. Exaltado, abrió los ojos, se lavó con deprisa la cara y salió con las toallas de papel en la mano. Afuera no había nadie. El furioso ruido lo engullo. Miró a un lado y al otro. Se sintió aturdido. Vicente jurará a ver visto gente en aquella oficina de correos. Caminó, por un largo pasillo, lúgubre y desmejorado, giró entre unas anchas columnas, y subió unas sucias escaleras, el lugar parecía inhabitable desde haci...
Te veo.
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T e veo. Y mando mi ansiedad a otra parte. Quiero escribir los mejores cuentos de ficción. Y si hay revolución, quiero ser el poeta... T e veo. Y solo quiero escuchar tu rebelde corazón. Quiero escribir sobre la fuerza de tu amor y sobre tu mayúscula confianza... Y llevarme de allí, el lugar que no puedo encontrar... Me v eo. Entre el espejo de tu voz. Y el desierto de mi corazón. Cuando vuelva. Me seguiré yendo. mientras sigo viviendo sin saber vivir... Me v e o, sin esconder todo lo que me falta. Sino que exhibo orgulloso lo poco que tengo. Y te lo regalo en forma de letras. Te ve o . Y descanso mis penas. Mientras suben poesías por mis venas, me invento una nueva esperanza para poder segui r...
Laberinto Veintitrés: Todo puede cambiar...
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Aquella tarde Joaquín opto por tomarse el tren y dejar el auto a dos cuadras de la estacion. El dia pintaba bravo, complicado, con muchos cortes, actos y contra actos. El transito hacia ya un tiempo estaba muy complicado, insoportable. Se envejecía años cada vez que se trasladaba. Una fina garúa incomoda comenzo a caer. La ventana de su lado no se podía cerrar y las pequeñas gotas que se colaban empezaron a fastidiarlo. El viaje lo hizo sumergido en la lectura. No podía despegarse de Ley de la Ferocidad. Atrapado por las feroces idas y vueltas de Gabriel haciendo de las suyas por aquellas paginas. Por aquellas vidas. Pensó no bajarse en donde siempre sino que decidio seguir hasta donde le de la gana. Se decidio por ir y no por llegar. La lluvia comenzaba a ser mas furiosa al igual que su necesidad de distracción. La vida debe ser de otra manera, penso: Hay que vivirla como si mañana fueramos a morir. Que harias...