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Mostrando entradas de abril, 2009

Laberinto nueve: Seis grados de razón.

La musica en inglés en el frío otoño sin vientos ni cuentos desarma el sexto sentido de la duda. Falta menos. Una vela blanca transforma las tazas sucias en espectros de la quinta avenida. Todos en la cocina lejana, muy lejos, lejísimos, casi inmateriales; escucho los rumores y alguna palabra suelta que trae el viento. Alguien duerme cerca de mí y ni se entera de que el cuarto se desvanece. La que duerme se despierta, se levanta, da vuelta el dolor de la que llora en inglés y desaparece antes que cuente tres. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Pienso... un segundo se abre y me contesta. El último atardecer en el mar, un sexto sentido en la quinta avenida, un cuarto y nosotros tres. En un segundo el atardecer se desangra y llena mis ojos de rojo verdemar. Me voy a dormir pero no quiero cerrar los ojos, veo venir la lágrima falaz, huelo la sal., me aflojo y la dejo salir, ahí va, ya puedo dormir. Ni tan loco ni tan curado (ahora es de día). No dormí nada, el cuerpo se cansó con el sol de la mañan...

Tempestades

Los primeros ataques, son furtivos, como venidos de no se sabe donde... son quizas sintomas de una tempestad indecisa, irresoluta y delirante que se instala durante un largo tiempo. se multiplica en el interior mismo de la incredulidad. Es el cominezo de cierta hilaridad absurda e irresistible, y ante tus ojos canallesca. Te estremece y parece ser que no tiene fin y se apodera casi por completo de vos, de nosotros... Comparte la lucha con la ansiedad y la alegria inmotivada de lo que sos, de lo que sentis. Tu desazon se reproduce con frecuencia y se alterna con intervalos de estupor, durante los cuales luchas en vano, con tratar de despertar. Las palabras mas sencillas, las ideas mas triviales adquiern un aspecto extravagante y optas furioso, por salir corriendo. Semejanzas incongruentes se bañan de lugares donde ya te perdiste; juegos de palabras interminables brotan dolorosas en forma de cosquilleo de tu cansada cabeza... Y otra vez el demonio sutil invadió tu espectro y ya es inutil...

¿A dónde debo ir?

Si te encuentro furiosa besando al dolor. Y mis palabras se hunden profundas en la mentira de la realidad. No escuchas mi dolor. No huyas de mi espanto. Ni mis destellos azules de madrugada. Tu susurro me rapta del olvido, y leo en tu mirada el réquiem de lo irresoluto. A donde debo ir. Mientras la duérmela vigilia de mis ojos de muestran el rumbo desconocido. Un vacio maldito atormentó el silencio desnudo. Salto la rayuela de tu voluntad y no pude llegar al cielo, la valentía circula por tus venas al ritmo misterioso de la vida en un vaso de ron. Y todo fue, Pasó… Nunca volvió. Me escondieron la imaginación. De chiquitito sabia que por ese árbol Algún dia llegaría a las estrellas… a tus estrellas... y ahí sí, entendí Adonde ir.

Almas... sin alma

Existen varias clases de almas y seres sufrientes. Están aquellos que padecen por abundancia de vida, desean un arte dionisíaco y comprenden al mismo tiempo la vida en forma trágica. Están por otro lado los que sufren la vida empobrecida, para quienes el arte y el conocimiento son silencio, entrega personal o, a la inversa, borrachera, crispación, estupor y delirio… y hasta en algunos de manera incesante. Pero también están aquellas almas, las que bañan la realidad con el suspiro que les regala el arte, ellas como amantes de lo delicado, le temen a la rabia que propone la calma y lo dejan todo por la causa de la libertad. Los artistas y los políticos, que también son tiranos, irreverentes e insensibles, se complacen mediocremente en forzar la his­toria para que esta parezca una preparación y una escalera que nos lleve ante ellos. Como si soportarán más fácilmente la mala con­ciencia que la mala reputación. Y para diferenciarse existen los alma-pensador, ellas saben conside...