Laberinto nueve: Seis grados de razón.
La musica en inglés en el frío otoño sin vientos ni cuentos desarma el sexto sentido de la duda. Falta menos. Una vela blanca transforma las tazas sucias en espectros de la quinta avenida. Todos en la cocina lejana, muy lejos, lejísimos, casi inmateriales; escucho los rumores y alguna palabra suelta que trae el viento. Alguien duerme cerca de mí y ni se entera de que el cuarto se desvanece. La que duerme se despierta, se levanta, da vuelta el dolor de la que llora en inglés y desaparece antes que cuente tres. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Pienso... un segundo se abre y me contesta. El último atardecer en el mar, un sexto sentido en la quinta avenida, un cuarto y nosotros tres. En un segundo el atardecer se desangra y llena mis ojos de rojo verdemar. Me voy a dormir pero no quiero cerrar los ojos, veo venir la lágrima falaz, huelo la sal., me aflojo y la dejo salir, ahí va, ya puedo dormir. Ni tan loco ni tan curado (ahora es de día). No dormí nada, el cuerpo se cansó con el sol de la mañan...