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Mostrando entradas de agosto, 2010

Cachetazo en la Boca de un grande

Desde temprano, ya estaba ansioso, quería que el día pase lo mas rápido posible; que la tarde noche me encuentre en ese preciso instante. Necesitaba la hora de juntarnos, con el mismo color y la misma pasion de siempre… Envolvernos en ilusiones como grande chicos, como chicos grandes. Llego la hora, por el fin el reloj denuncia las 18.00… Fuimos hasta el encuentro del destino, gambeteando el empedrado y el arrabal de viejo barrio fabril. Entramos entre bullicio y excitación, entre banderas y redoblantes, al subir por las escaleras nos encontramos con Juancito, su hermano y su banda… Después vino el primo y el negro… estaba mi hermano, el Rama y un infiltrado que invitamos a la fiesta, estaba ella de los ojos incandescentes…más incandescentes que nunca…Si, estaba mi hijo también… Estaban las conocidas caras curtidas del viejo y sufrido pasado, en conjunto con muchas nuevas caras alegres de este impensado presente, si estábamos todos y muchos más… en definitiva, los mismos de si...

La mentira en una ejecucion

Acusados de haber asesinado a un pagador y a un sereno de una fabrica de zapatos, en Massachussetes, fueron juzgados y condenados en una atmósfera antianarquista. el juicio termino el 14 de julio de 1921, y el 2 e3 agosto de 1927 fueron electrocutados. Durante los años que pasaron en prisión, la duda sobre la culpabilidad se hizo general y se registraron protestas por todo el mundo Cincuenta años después, Mitchell Dukakis, entonces gobernador, rehabilito la memoria de los dos italianos. Reconoció formalmente su inocencia y explico que fueron condenados por sus convicciones politicas y por su condicion de inmigrantes. Con su dolor y la agonía como triunfo, recordar a HOMBRES, que lucharon con convicción, pasión, pureza y oficio; que lucharon con la felicidad de saber que la asociación, y la igualdad fueron y serán los pilares necesarios para la construcción de una sociedad honesta y justa, hacen que la llamita de la esperanza de que nada esta perdido, siga dándonos lumbre... dentro de...

Noches

En la oscuridad volves a pensar... encontrando fatigado a tu corazón apostas la incoherencia como mejor decisión. Envejecer. En otro llanto, levantando otro muro. Llorar ya no te hace mal. Viviendo sin corazón habitando en el olvido ya no se quien soy no se donde estas. Hable con tu olvido de mi soledad y apareció la señora controversia enfadando al destino por subordinar los sueños a la realidad...

Los sábados...

Los sábados a la tarde están hechos para el sufrimiento. Para el decoro, para la emoción. Para el llanto irresoluto Tengo los sábados en las venas. Vibrantes y exultantes. Los sábados a la tarde están hechos, de escaramuzas… de invocar a las musas… de disfrazar santos. Para gritar sin contemplación... Los sábados a la tarde están hechos de honestidad en cada abrazo… de pureza en cada rostro…. de sinceridad en cada lagrima... de rebeldía en cada puño levantado, que busca el sol… Los sábados a la tarde están hechos, para que hoy… ya los empiece a extrañar… Me encontrare perdido en los próximos. Estaré perdido sin ellos… ahora, vendrán domingos inesperados, muy esperados Para volar… para disfrutar sin el sufrimiento en el medio de la garganta. Para no alejarme de vos…

Realidad

En un tiempo donde nada esperaba todo sucede de forma inesperada. Tratando de estar despierto. Caminando por los recuerdos. No queriendo dormir. Ya hace mucho tiempo. Es muy veloz intentando buscar las palabras adecuadas... No queriendo perder la noción del maldito tiempo Cuando había creído haber superado volví a ver que algo nace... Nuevamente se pierde por la forma de hacerlo. No queriendo abandonar el pozo. Vuelvo a empezar. Arrancando todo de nuevo Hasta que apareció. Ese bendito camino de estrellas lejano e inesperado Con un final que se olvido de ser final Descubriendo lo que habita en nosotros Quiero ocultarme una vez mas Hay viejos sitios que vuelvo a visitar Desear juntos. Llegaste por mi sin pedirlo en mi mundo lejano siempre se puede elegir. Desesperados por encontrarnos... Diego Padilla