Los veo...
Los veo a todos. El panorama pasa delante de mí. Los veo a todos, con los brazos abiertos, desplegados como alas, algunos con los ojos cerrados reverentemente, adorando al sol. Los veo inclinándose balanceándose, sin miedos y con la seguridad de quien no necesita implorar. Los veo a todos, avivando a los ídolos, a sus ídolos, que bien ganado tienen el titulo. Batalla tras batalla, caída tras caída. Los veo como quien baila en torno a un monumento de piedra, de madera, de preciosas piedras. Los veo destruyendo los altares de los poderes invisibles, veo incontables fieles mientras escucho sus cantos solemnes, sus suspiros, y algún que otro sollozo. Veo también aquellas victimas agonizantes que sufrieron el impecable destierro, errando en un transitar inoportuno, dentro de la implacable fortaleza… Este nuevo Templo, que se erige bestial, en el final de esta primera década del siglo XXI, parece no haberse reconstruido en vano… Los veo a todos que oscilan envueltos entre cantos y espera...