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Mostrando entradas de abril, 2012

Llegar a vos...

Lloro sin caerse de mis ojos una bendita lagrima. Río sin salirse de mis labios una sola sonrisa. Siento sin expresarse de mi alma un sentimiento. Duermo sin ilusiones ni sueños. Vivo sin saber que estoy muriendo... Entiendo a la perfección tu silencio Hoy necesito darte una caricia y un abrazo, en silencio te observo y grito callado para que me escuches. Otra tristeza se me anuda en el centro de la roja garganta... Muero sin saber que estoy viviendo... Tu mirada me devuelve absolutos desvelos, duermo los días en tus labios. Las arrugas de tus ojos evidencia nuestro mundo infinito. Me duele hasta las viejas carcajadas de este otoño repleto de insomnios... Sueño que duermo sobre las palmas de tus manos. Me siento ab-sur-da-men-te esclavizado por todas mis torpezas, quizás el hada de abril esta vez no haya venido a salvarme, se asusto de mi medio miedo hermano  y de todo el tiempo que deje detrás. Impaciente me voy para poder llega...
Ando con el ritmo inoportuno de alejarme de quien merece mi presencia. Me leí en el espejo y todo se hizo mancha. Fabrico máscaras de penas. Suelto los delirios lo mas lejos posible. Amarro tus miedos a la pata de mi vieja cama. Siembro la angustia por el umbral de mi vereda, y la de enfrente. No entiendo el saludo.  Una sombra sin llave, una clave de silencio.  El valor que tiene la amistad, se devalúo a la vuelta de la esquina. Te cambio el dolor de mi silencio por el calor de un solo abrazo.  Y si no alcanza te regalo la mitad de lo que queda de mi audacia. Hay cuatro tiempos.  Un tiempo para respirar.  Dos tiempos para poder amar;  tres tiempos para saber olvidar. Cuatro tiempos para volver y empezar.